Se ha comprobado, que la madera al secarse mejora sus propiedades tecnológicas, por eso es que prácticamente todas las maderas reciben un acondicionamiento físico antes de su empleo. La eliminación del agua obedece a diversos propósitos, algunos de los cuales, son indispensables para conseguir la buena calidad de los productos acabados.
La irracionalidad actual de no secar la madera aserrada se manifiesta claramente en las enormes pérdidas económicas, transportando la madera verde desde las lejanas zonas productoras en la Amazonía y Selva Central sobre difíciles caminos de la Sierra hacia Lima, el centro de consumo más importante del país. Se estima que sólo desde Pucallpa a Lima se transportan anualmente alrededor de 50 000 t de agua, lo que equivale actualmente por concepto de flete a aproximadamente $EE.UU. 1,8 millones. (Proyecto “Mejoramiento de los Sistemas de Extracción y Transformación Forestal” PNUD/FAO/PER/003)
Además, al no tratar la madera contra insectos ni apilarla debidamente, previniendo el ataque y desarrollo de hongos, se causan no sólo pérdidas económicas sino, sobre todo, un creciente desprecio de la madera aserrada en sus muchos y variados campos de aplicación. Difícilmente, podrá promocionarse una utilización más amplia de la madera aserrada, no tratada contra insectos y hongos, incorrectamente dimensionada, no clasificada y ni siquiera seca.
Cualquiera que sea el método empleado para secar la madera, debe tenerse en cuenta, que en este proceso se producen cambios que pueden originar anormalidades capaces de cambiar radicalmente el principio básico de la técnica del secado, el cual no sólo se limita a secar la madera, sino que considera fundamental el hecho de que no se produzcan defectos que desvaloricen a la madera, además de tener en cuenta la rapidez y economía del secado.
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